lunes, 26 de marzo de 2012

23 ¡¿Gustav y los demás?!

-¿Tom?
-¿Qué haces aquí? –Me dedicó una gran sonrisa
-Eh… Trabajando –Hice una mueca y luego sonreí, era dificil no ser contagiado de su alegría.
-¿Tu trabajas aquí? –Dijo sorprendido y luego abrió toda la puerta para que yo entrara, miré toda la sala rápidamente… No había nadie más.
-Pues… No, la cosa es que me están llevando a un montón de disqueras para que escoja una como respaldo… Ya sabes, me quieren hacer famosa.
-¿En serio? –Volvió a sonreir-. ¡Wow! Sabes, a muy pocas personas le hacen esto, que vaaarios productores te estan pidiendo que seas su artista, eso no pasa muy a menudo.
-Eso no lo sabía… Creí que siempre pasaba…
-Para nada… -Se dirigió otra vez a la puerta- ¿Quieres ir a comer algo rápido? Hay una cafetería muy cerca de aquí, asi hablaremos mejor –Sonrió.
-Ehm, esta bien –Vacilé-. Me parece genial.

Tom me dedicó una linda sonrisa y volvió a caminar, muy rápido en realidad, las piernas de Tom eran tan largas que un paso de él eran uno y medio mío, mis piernas eran largas, pero Tom era una exageración. Salimos de la disquera y a unos cuantos metros más se encontraba un cafetería, al entrar pude darme cuenta de que era algo privada y costosa, no cualquiera puede entrar aquí, nos sentamos en una mesa, y Tom empezó a leer el menu que ya se encontraba en nuestra mesa.

-¿Qué vas a comer? –Preguntó con la mirada en el menú.
-No… No tengo hambre, gracias –Hice una mueca.
-Tom me miró incrédulo-. Tienes dos opciones, comer algo o comer algo, tu elijes
-¿Que pasa si me rehúso? –Alcé una ceja, sin darme cuenta me acerque más a la mesa y Tom hizo lo mismo.
-Fácil –Puso una sonrisa pícara-. Te llevaré a mi casa y estarás en mi habitación hasta que se apetezca comer algo –Imitandome alzó tambien una ceja y acercó su cara a la mía.
-Esta bien –Rápidamente me hice para atrás, y crucé mis brazos-. Quiero un capuccino.
-Eso no es comida…
-Realmente no tengo hambre
-Ok, capuccino será.

Llamó al mesero e hizo los pedidos en alemán no pude entender muy bien, el alemán de estos chicos era confuso.

-¿Aceptarás trabajar en esta disquera?
-La verdad no lo se… Son muchas las opciones, tengo que pensarlo muy bien.
-Ésta es la mejor, sabes. Aunque tu creas que es obvio que yo diga eso ya que nosotros trabajamos aquí, pero es la verdad.
-¿Ustedes son de esta disquera? –Mi duda había sido confirmada, ahora sí estaba nerviosa.
-¡Pues claro! Si no, que estuviera haciendo yo aquí…
-Claro, ¿Dónde estan los demás?
 En eso llega el mesero con un capuccino y rápidamente se retira.
-Vielen Dank –Dijo Tom al mesero-. ¿Los demás? O ¿Bill? –Alzó una ceja y me miro.
-¡¿No vas a comer nada?! –Exclamé, evitando su pregunta.
-No tengo hambre –Sonrió.
-Tu… -Entrecerré los ojos.
-No me respondiste… ¿Sobre quién quieres saber?
-No me tomaré eso –Señalé el capuccino-. No si tu no comes algo.
Me miró y con señas llamó de nuevo al mesero, volvió a hablar en su extraño alemán y el mesero se retiró.
-Sé un poco de aleman, solo pediste agua.
-Agua… con gas –Sonrió y se hizo hacia atrás sentandose de esa manera en la que él siempre lo hacía… Casi acostado.
-Muy gracioso –Volví a cruzar mis brazos y lo miré enojada.
-¿Porqué siento que te conozco desde siempre? –Sonrió al verme “enojada”.
-No te entiendo… -Tomé el capuccino y bebí un poco. Tom sonrió victorioso, al verme tomar la bebida.
-Hablo contigo tan abiertamente… Como si te conociera de por vida.
-¿No te pasa eso con todas las chicas, acaso? –Aparte mi vista de él.
-No, no es así  –Dijo seriamente.
-Disculpa… -Puse mis brazos en la mesa y volví a tomar un sorbo del capuccino.
-Descuida… –Sacudió su cabeza- Bill y los demás estan también en la disquera, solo que salieron antes que yo.
El mesero llegó con el agua, y Tom le volvió a hablar, utilicé al máximo mi audición y traté de entender todo… ¿Había pedido algo más?
-¿Qué pediste?
-Nada costoso –Volvió a sonreir, era fácil volver a sentirse bien con él.
-¿Gustav y los demás siguen en la disquera?
-Jaja, ¿Gustav y los demás?...

La puerta de la cafetería se abrió y los tres sujetos que entraron quedaron mirándonos un largo rato, hasta que Tom les hizo señas para que nos acompañaran en la mesa.

-Vengan, yo invito ustedes pagan –Sonrió Tom mientras Georg y Gustav se acercaban hacia nosotros.
-Qué generoso –Dijo Georg cojiendo una silla, sentándose junto a nosotros.
-Siempre así –Gustav hizo lo mismo.
-¿Bill, vienes? –Preguntó Tom. Bill seguía parado a un lado de la puerta, sin haber hecho un solo movimiento desde que entró.
-Claro –Su voz era apenas audible. La mesa era redonda, Bill se sentó a lado de Tom, a la derecha de Bill se encontraba Gustav, luego yo y después Georg. Todos estábamos en silencio hasta que llegó el mesero y cada uno pidió su orden, creí escuchar a Bill pedir nada.

-Bill, ¿que te parece si los presentas? –Le golpeó Tom con el codo a su hermano.
-¿Qué?... Tú eres el que estaba en la cita, yo no… -Bill frunció el ceño y luego miró el centro de mesa.
-Bill, esto no es una cita, simplemente la invité a tomar algo, nada más –Tom cruzó sus brazos he hizo lo mismo que Bill, parecía enojado.
-Me llamo Gustav –Sonrió y me saludó con la mano. Le devolví el gesto.
-Y yo Georg
-Soy Alice –Les sonreí.
-Un placer –Dijo Gustav
-Ya habíamos escuchado de ti –Georg alzó una ceja y miró a Bill, al ver que éste seguía con la misma expresión, dejó de hablar. Luego de otro maldito momento de silencio incómodo, llegó el mesero con la órdenes, había tenido razón, Bill no había pedido nada.
Rápidamente Georg y Gustav empezaron a comer, chequeé mi celular y vi que aun me quedaban otros diez, cinco minutos, pero ya no quería estar más tiempo en ese lugar.

-Disculpen, pero ya debo irme, tengo que regresar a la disquera, el productor me dejó un límite de tiempo, y ya acabó –Mentí.
-¿Trabajas aquí? –Preguntó Gustav con la boca llena, una escena muy tierna en realidad.
-Probablemente –Le sonreí, pude ver que Bill quizo hacer una pregunta pero decidió seguir callado.
-Sería genial si llegas a ser de la misma disquera que nosotros –Acordó Georg sonriente.
-Si, por eso lo pensaré bien –Me paré de la mesa.
-¿Tienes más ofertas? –Preguntó Georg sorprendido.
-Si –Hice una mueca y sonreí-. ¿Sorprendente no? Perdón, ya debo irme
-Wow, demasiado –Dijo Georg-. Ok, suerte, adiós.
-Adiós –Se despidió Gustav.
-Un placer conocerlos –Me iba a dirigir hacia la galería a pagar mi capuccino.
-¿Espera, qué vas a hacer? –Tom se paró de su silla.
-A pagar lo que consumí…
-¡Estas loca! –Alzo las manos en el aire-. Yo invité, asi que yo pago –Puso su mano en el pecho, moviendose dramáticamente. Su humor había mejorado.
-Jaja, ok, disculpa. Entonces… Nos vemos –Miré de reojo a Bill y él me estaba mirando, rápidamente miré a Tom-. Adiós
-Por supuesto, adios –Tom volvió a sentarse y su expresión volvió a la de antes.

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