sábado, 31 de marzo de 2012

25 Es terrible la manera en que me gustas.

Me dirigí a la cocina, dispuesta a prepararme algo. Habían pasado tan solo cinco minutos desde que Khloe se encerró en la habitación, pero para mi, habían sido como siglos. Ahora además de triste, me encontraba enojada conmigo misma, por no poder ser como alguien normal y seguir llorando por haber perdido algo muy, demasiado, preciado para mi.
Tomé del frigorífico unas presas de pollo semicongeladas y luego las metí en el microondas, tomé un envase de jugo y lo serví en un vaso, me senté en la mesa esperando a que el pollo estuviera listo.
Después de dos segundos creí escuchar sonar el timbre de mi celular, caminé sin ánimos a la sala para contestar, era un número desconocido.

-¿Quién habla? –Mi voz sonaba demasiado indiferente.
-Hola, esto… ¿Alice?
Ésa voz era desgraciadamente demasiado agradable y familiar para mi, quedé en silencio durante unos segundos, la persona con quien conversaba, igual.
-¿Bill? –Dije con voz ronca.
-Sí, Alice ¿Estás bien? Suenas… terrible
¿Cómo podía darse cuenta? O yo era demasiado transparente al escucharme, o Bill, tenía ese don de ser el único en saber realmente como me encontraba. Lamentablemente no podía ser la primera opción, yo soy una experta ocultando mis sentimientos, Bill era la terrible excepción.
-Todo está en orden Bill –Le mentí.
-Eso no es asi, suenas triste, pero no quiero molestarte por celular, llamaba para pedirte algo.
-¿A qué te refieres? –Pregunté, mostrándome indiferente a lo primero que él había dicho.
-Mañana… ¿Quieres venir a mi casa? –Bill sonaba tan tiernamente nervioso.
-¿A tu casa? –Estaba sorprendida, no entendía absolutamente nada.
-Sí, tengo algo que decirte, y no lo haré por teléfono. Además… se te ha perdido algo, Tom dice que te pertenece.
Bill tenía algo que decirme, pero no podía hacerlo por teléfono, ¿Qué podía ser tan importante? Y acaso se refería a que había dejado mi cadena en su estudio.
-¡Alice!
-Sí, disculpa.
-Entonces ¿vendrás?
-Ehm, ¿estás seguro?
-No entiendo ¿Por qué no lo estaría?
-La última vez… No todo salió bien –Dije recordando lo de la foto.
-Lo sé –Concordó Bill-. Pero ya no me importa lo que pase, quiero que vengas, por favor.
Al escucharlo así, era inevitable decirle que no, y la verdad, me moría por volver a verlo.
-Esta bien, ¿A qué hora voy?
-A las tres.
-Perfecto.
-Nos vemos.

El día entero pasó sin novedades, entré a la habitación para dormir y Khloe simplemente actuaba como si no estuviera yo ahí, al siguiente día luego del almuerzo le avisé a Khloe que iría a la casa de los Kaulitz y me respondió con un insignificante Que bien.
Tomé un taxi y le di la dirección tan solo que dos cuadras antes de la casa. Lo bueno de mi era que recordaba muy bien la dirección hacia su casa, ya que esta un poco “escondida”, y para cualquier otro no sería fácil encontrarla.
Cuando llegué la puerta grande de entrada de autos estaba abierta, cosa muy rara, y seguí caminando hacia la puerta de la casa. Ya al frente, apreté los labios y di un leve golpe contra la puerta.

-¡Viniste! –Dijo Bill muy sonriente, hasta que su ánimo cambió al ver lo terrible que me encontraba.
-Te dije que lo haría –Traté de sonreir, pero solo salió un mueca.
-Pasa… -Abrió totalmente la puerta-. Ven, sígueme.
Bill empezó a caminar a través de esta enorme casa, luego de un momento nos encontramos en el patio trasero, una cosa realmente enorme, no se podía ver el fin del patio. Bill siguió caminando hasta estar lo suficientemente lejos de la casa y se sentó en el césped y me indicó para que me sentara a su lado. Esta escena se me hacía parecida.

-Esta cadena ¿Es tuya? –Sacó de su bolsillo mi cadena, y sentí que volví a la tierra, pude volver a sonreír.
-¡Sí! –Exclamé-. ¡Ésa es!
-Se te había caído en la sala de nuestro estudio –Dijo devolviéndomela y rápidamente me la puse-. Eso era lo que te había puesto mal ayer ¿verdad?
-¿Cómo…? –Lo miré a los ojos, esos hermosos ojos, y sentí que caía en un hechizo, me enamoraba de él, no debía hacerlo pero era tan inevitable.
-¿Qué cómo lo supe? –Me sonrió.
-Aha –Asentí con la cabeza.
-Ayer cuando te llamé sonabas destrozada, y hoy cuando te abrí la puerte te veías igual, ahora que acabo de darte la cadena has vuelto a sonreir. Es muy especial esa cadena para ti, ¿verdad?
-Acertaste otra vez –Miré al suelo-. Que extraño…
-¿Qué es extraño? –Dijo buscando mi mirada.
-No soy fácil de entender, muy dificilmente muestro mis sentimientos, y tu los notas sin esfuerzo –Le sonreí.
-Si, es… -Bill bajó la mirada y frunció el ceño.
-¿Qué pasó?
Bill seguía mirando el suelo, ésta vez un poco más enojado, sus manos se cerraron en puños.
-¡Bill!
-Alice… -Dijo suavemente. No me había pasado antes, pero ahora que escuché mi nombre en sus labios, me sentí tan… especial.
-¿Hice algo mal?
-No, yo… -Sus manos se abrieron y miró hacia el cielo-. Yo… -Volvió a mirar hacia el suelo-. Alice, me gustas y mucho –Frunció más el ceño, sus cejas casi se unían.
Quedé en shock, era la primera vez que escuchaba esto, y no me había dado cuenta hasta ahora que estaba muriendo por escuchar a Bill decirlo. Miré hacia el infinito patio, tratando de hablar.
-¿Eso es malo? –Me limité a preguntar.
-¿Qué? –Pude ver de reojo que Bill alzó su cara y me miró.
-Es malo que… que yo te guste, porque, te pusiste así. Asumo que no es bueno para tu carrera.
-Alice ¡mirame! –Exclamó Bill.
Volteé la cabeza y quedé frente a Bill pero yo mantenía la mirada baja.
-Alice… A los ojos
Lentamente subí mi mirada hacia sus ojos. Si había algo que odiaba mucho en el mundo, era mirar a alguien fijamente a los ojos. Lo odiaba
-Exactamente, así. No es malo Alice. Simplemente, estoy demasiado sorprendido conmigo mismo porque… jamás me había enamorado así –Sacudió su cabeza-. Pff, jamás me había enamorado. Y es tan fuerte la manera en la que me he enamorado de ti
Me limité mirarlo sin decir nada, finalmente suspiré y luego le sonreí, y Bill volvió a girar su cabeza y frunció el ceño.
-¿Qué hice ahora Bill?
-Cada vez que sonries me matas… Literalmente.
-No volveré a sonreir si quieres.
-¡NO! –Bill se giró y me miró sorprendido-. Ni se te ocurra hacer eso jamas.
Lo miré con los ojos como platos, asustada por su reacción.
-Disculpa –Me sonrió.
-Esta bien –Le devolví la sonrisa, olvidando lo que pasaba cuando hacía eso-. Lo siento –Puse mis manos sobre mi boca.
-Jaja, no pasa nada –Volvió a mirar hacia abajo-. Es terrible la manera en que me gustas –Me miró de nuevo.

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